¿El siglo de los niños?
Paloma Dávila
Hacia el año 1900, la educadora e intelectual Ellen Key publicaba una obra que, desde su título, reflejaba el fenomenal cambio que desde hacía tiempo se estaba operando en las sociedades occidentales: el libro se llamaba El siglo de los niños (Key, 1906); y sobre la base de una infinita y poco limitada esperanza, la autora proponía una reforma profunda en la crianza y la educación de la infancia, lo que sería la base
de una revolucionaria transformación de los seres humanos; ello, en última instancia, contribuiría a resolver los grandes problemas de la sociedad y así a eliminar las angustias y los pesares que durante siglos acaecieron sobre los seres humanos.
De alguna manera, este libro consolida el descubrimiento de la infancia que la filosofía había efectuado un siglo y medio antes, pero que ahora sería popularizado, pero sobre todo enaltecido, como herramienta de cambio social, el enunciado era: descubrir la infancia es descubrir el entramado más profundo de la formación de las personas y, de ese modo, construir herramientas educativas y sociales para actuar
sobre ellas, protegiéndolas, cuidándolas, formándolas para, así, conseguir alguna vez una humanidad de desarrollo armónico y pleno, libre de los grandes conflictos y las grandes pasiones que la llevaron a sus peores situaciones.
Es entonces cuando surge desde la sima más alta el concepto infancia en los nuevos tiempos de la modernidad, cuando el niño dejó de ser considerado un «adulto pequeño» y comenzó a ser percibido como un ser inacabado, carente, y se reconoció la necesidad de su resguardo y protección.
Con la modernidad, el boom de la era industrial y el triunfo del capitalismo, surge la creación de la escuela como institución donde imprimir disciplina, moldear seres instruidos y formar ciudadanos. Curiosamente el término «escuela» proviene del griego antiguo σχολή (skholḗ) cuyo significado original en griego, era tranquilidad, tiempo libre, aquello que se hace durante el tiempo libre y, más concretamente, aquello que
merece la pena hacerse.
Recordemos también que Philippe Ariès, historiador francés, planteó en 1961, en su libro “El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen”; y con la ayuda de pinturas y otros registros, que antes del siglo XVII los niños fueron representados como adultos en miniatura que no eran considerados de manera especial en esas sociedades...
Pero antes de él, otros ya se habías planteado ideas, ya se había comenzado a construir el pensamiento en torno a la importancia de “la infancia”
Juan Luis Vives, (1492-1540)
Juan Amós Comenio, (1592-1679)
John Locke, (1632-1704)
Juan Jacobo Rousseau, (1712-1778) : Filosofo de la educación, quien centra sus reflexiones sobre cómo hacer que aquella, desarrolle sin obstáculos las disposiciones naturales del hombre para garantizar su igualdad y hacer mejor la humanidad.
Heinrich Pestalozzi, (1746-1827) : Pedagogo suizo, vuelve el énfasis sobre el método de enseñanza y la pedagogía se subordina a los conocimientos psicológicos sobre la infancia y sobre las relaciones primarias.
Federico Froebel, (1782-1852) : Uno de los discípulos más brillantes de Pestalozzi, crea los jardines infantiles y el desarrollo de las habilidades propias de este periodo como el fundamento de logros posteriores.
María Montessori, (1870-1952)
Celestin Freinet, (1896-1966) : maestro de escuela rural, desarrolla la “Escuela Nueva Popular”, basada en el poder del grupo escolar, de sus capacidades creativas, de las alternativas de comunicación que pueden darse entre distintas escuelas, es decir, se reivindica el papel de la institución educativa. En Latinoamérica esta filosofía coincide con la de Paulo Freire. De igual manera autores como Piaget, Vygotski, Wallon, los
cuales han pensado la pedagogía desde la psicología.
Sin embargo (pese a) estas ideas revolucionarias (Vigentes hasta hoy día) que sin duda irían a cambiar el paradigma sobre el trato al niño, las sociedades han continuado construyendo sus contextos culturales, sociales, políticos, económicos dentro de paradigmas establecidos en pro básicamente de todo lo que trajo la era de la modernidad, y del gran capital, muy propio de las sociedades patriarcales, o como diría Zygmund Bauman: de esa modernidad líquida, de ese “mundo provisional, ansioso de novedades y agotador que potenció la búsqueda de la satisfacción más inmediata.”
Por otro lado y para el tema que hoy nos ocupa, es preciso entrar a navegar en las aguas profundas de eso que llamamos cultura, como ese territorio simbólico que nos permite un acercamiento más vital a los universos de sentido que construimos los seres humanos y las sociedades en el mundo de las representaciones, de los imaginarios diversos, para así tratar de interpretar “la lógica informal de la vida real”... entonces
quizás es posible verse no solo en lo manifestado y en el discurso, sino en las dimensiones del sentido que puede presentarse como único recurso para ordenar el caos del mundo y la realidad.
Sabemos... o por lo menos así lo contemplan sendos estudios, manifiestos, decretos, leyes, políticas, etc, que la cultura es una palanca creativa que mueve la vivencia, la resignificación y el sentido de la vida de la gente. Sin embargo en ese lugar en el que cabe todo, como es el acontecer de la vida de la cultura, es también muy posible perder el sentido y naufragar en ese océano del sin sentido... en esa lugar líquido...
(volviendo a Bauman)
Pues bien, para esto, no es necesario ser los grandes analistas e investigadores para darnos cuenta, para percibir, que el mundo constituido sobre las bases que todos aquí ya sabemos, esta en contra de lo que una vez intuimos, pensamos, visionamos que era bueno como especie... o por lo menos de lo que nos vendieron como desarrollo, progreso y bienestar; no hace falta ser el ser más sensible de la tierra para percibir ese
vacío infinito lleno de sin sentido que embarga a las sociedades actuales, sin embargo vamos todos y todas caminando en piloto automático, casi como si respondiéramos a un programa de auto aniquilación... y en ese programa también acarreamos a la vida entera del planeta y con ella nuestros niños.
El gran desafío hoy considero, no es pensar o profundizar en estudios o investigaciones que tanto entendimiento han traído para acercarnos al mundo de la infancia, quiero repetir, entendimiento, es decir han propuesto espacios transformadores desde el conocimiento sentido, proponiendo pensar un mundo para la infancia y por ende para todos, ¡un mundo donde quepamos todos! (pide el mundo entero). Porque todos sabemos en nuestra sabiduría profunda, lo que es mejor, lo que nos hace sentido... de hecho la ciencia se ha cansado de demostrar que estamos impregnados de sistemas biológicos inteligentísimos que buscan proponernos la mejor experiencia de vida... y sin
embargo no lo hacemos.
Para muestra un botón: La Convención de los Derechos del Niño aprobada por Naciones Unidas en 1989, reconoce en su artículo 31 el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes.
Recientemente el Comité de los Derechos del Niño, organismo encargado de velar por el cumplimiento de la Convención, ha presentado una Observación General para impulsar una reflexión global sobre el artículo 31.
Ellos dicen: A través de la vida cultural y de las artes, los niños y niñas y sus comunidades expresan su identidad específica y el sentido que dan a su existencia y configuran una visión del mundo que representa su encuentro con las fuerzas externas que afectan a sus vidas.
También dicen que La expresión cultural y artística se articula y se disfruta en el hogar, en la escuela, en la calle y en los lugares públicos, así como a través de la danza, los festivales, las artesanías, las ceremonias, los ritos, el teatro, la literatura, la música, el cine, las exposiciones, las películas, las plataformas digitales y los videos.
También dicen más, dicen que la cultura emana de la comunidad entera; ningún niño o niña debe verse denegado al acceso a su creación o a sus beneficios. La vida cultural emerge de la cultura y la comunidad, no se impone desde fuera; la función de los Estados es actuar como facilitadores, no como proveedores.
Hablan también de el derecho de los niños a participar libremente en la vida cultural y las artes y se exige que los Estados, respeten el acceso de los niños y las niñas a esas actividades y su libertad de elegirlas y practicarlas, y se abstengan de inmiscuirse en ello, salvo por la obligación de asegurar la protección del niño y la promoción de su interés superior. La decisión de los niños y las niñas de ejercer o no ejercer este derecho es una elección propia y, como tal, se debe reconocer, respetar y proteger.
Pudiera seguir citando cada vez más estos enunciados y otros de más grueso calibre... como los mismo datos establecidos en mi país (por el ministerio de bienestar social que pomposos enunciados) y de todo el trabajo emprendido por los organismos encargados de este sector...
Sin embargo, por otro lado en el último estudio de UNICEF sobre el panorama situacional de los niños en América Latina y el Caribe realizado en 2018 dice que :
5.1 millones DE NIÑOS Y NIÑAS menores de 5 años sufren desnutrición crónica
3.9 millones DE NIÑOS Y NIÑAS menores de 5 años tienen sobrepeso
Existen 74 NACIMIENTOS por 1.000 adolescentes entre 15-19 años
2 de cada 3 NIÑOS Y NIÑAS menores de 15 años experimentan algún tipo de disciplina violenta en el hogar.
1 de cada 2 NIÑOS Y NIÑAS menores de 15 años es sometido a castigo corporal en el hogar
Cada día, 67 adolescentes (10-19 AÑOS) SON VÍCTIMAS DE HOMICIDIO
7 MILLONES de migrantes son menores de 18 años, y cada vez hay un número mayor de niños, niñas y adolescentes migrando por su propia cuenta, a menudo huyendo de la pobreza y la violencia en sus hogares o comunidades.
2 de cada 5 NIÑOS Y NIÑAS no tienen garantizados al menos uno de sus derechos
3 de cada 10 NIÑOS Y NIÑAS EN ÁREAS URBANAS viven en condiciones habitacionales muy precarias
8.2 millones de niños y niñas, en ALC, fueron afectados por desastres en 2017
En una noticia aquí en Brasil se señala que 51% de los niños abusados sexualmente están comprendidos entre el 1 y 5 años de edad (divulgado por el Ministerio de Salud)
"Los niños están siendo objetivo de ataques y de una violencia brutal en sus hogares, escuelas y patios", asegura Manuel Fontaine, el Director de Programas de Emergencia para Unicef. "Mientras esos ataques continúan año tras año, no podemos quedarnos paralizados. Una brutalidad así no puede ser la nueva norma"
Estos organismos también resaltan que en 2018 vemos infantes sufriendo de ataques de angustia y franco pánico a los 8 años, y que tenemos más niños deprimidos que nunca.
Pues bien, me pregunto entonces, desde mi espacio (básicamente de artista, de gestora cultural, pero sobre todo de habitante del mundo) ¿qué proponemos para construir ese mundo posible lleno de sentido que venimos anhelado desde hace siglos y que percibo es urgente para salvaguardar lo que nos queda? (por los datos citados de UNICEF bastaría para darse cuenta que es urgente)... si urgente, porque en esa
urgencia considero que no estamos para “intentar hacer algo”, considero que esta urgencia, encuentra sentido, para mi, en proponer radicalidad, en otras palabras aterrizar (terrar – aterrar) los discursos y conceptos en coherencia de acción.
Quienes trabajan en educación artística (para ser específico) encontraran su urgencia... quizás en cambiar ciertos esquemas, quizás en proponer pequeños desafíos insurgentes, pequeñas – grandes batallas transformadoras de vida... más siempre se moverá en ese lado de la orilla, ese lado en el cual constantemente existe la percepción que estamos en una batalla contra algo... el sistema, la cultura, la
institución... etc.
Digo esto porque nunca en la historia de la humanidad se han pensado y se han propuesto tantas iniciativas para pensarnos y repesarnos como especie, nunca antes la humanidad estudio tanto, pensó tanto, analizó tanto, dijo tanto... y sintió tan poco.
Bauman dice
“Hoy hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. Todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar
nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”.
En este contexto no es difícil darse cuenta de que ese imaginario del SIGLO DEL NIÑO, entra también en la ola discursiva en que las sociedades no hemos hecho expertas. En una entrevista realizada por EL PAÍS de España a inicios de este año, cita que el sistema educativo mundial parece haber entrado en crisis: “tenemos una de las tasas de abandono escolar más altas de la UE, (refiriéndose a España) nuestros
resultados no son para echar cohetes, los alumnos están desmotivados... Lo curioso es que aunque la comunidad educativa coincide en el diagnóstico, las distintas razones que se dan para explicar las causas son diametralmente opuestas, y el diálogo, prácticamente nulo, porque a veces parece que ni siquiera vivamos en el mismo universo... Para los profesores de la vieja escuela, se ha abandonado la cultura del esfuerzo y mientras no la recuperemos, las aulas serán un caos. Para otros docentes, por el contrario, el problema es precisamente que aún se sigue una
pedagogía tradicional que ha quedado desfasada.
Termina la cita, comentando la escandalosa situación que viven miles de niños en el mundo, refiriéndose a los llamados arrestos escolares, domiciliarios y tecnológicos, Heike Freire se refiere así a la situación que viven muchos niños hoy día, que van de casa al cole y del cole a casa, pasando así la mayor parte de su tiempo sentados en espacios cerrados, en clase o frente al ordenador. Poco tiempo les queda para ser
niños: para trepar, correr o disfrutar de sus propios juegos, sin intervención de los adultos. La situación es tan escandalosa que una marca de detergente sacó un anuncio en que comparaba la situación de los niños a la de los presos, y resultaba que estos últimos tenían más tiempo al día para estar al aire libre que los peques. Hoy los niños no tienen tiempo de ser niños, les estamos robando la infancia.
También por esto decimos que es urgente dar acciones coherentes desde nuestros espacios, a este caos humanitario. Así, en este contexto me pregunto ¿cuál es la función del arte? - si acaso esta tendría alguna función –
En el caso de las iniciativas que llevamos adelante un grupo de necios en el Ecuador, definitivamente esa urgencia tiene que ver con proponernos un continuo cuestionamiento que encuentre camino que se reflejen en acciones reales dentro de paradigmas que honren la vida; la de nosotros y la de los otros; este es el gran desafío: honrar la vida.
La preposición de una visión sobre el trabajo con la infancia implica reflexión política ética y estética de la visibilidad histórica de los niños. Las respuestas que buscamos dependen de la capacidad de asumir responsabilidades y también, de la capacidad de colocar en cuestión los lugares que construimos para ellos/ellas.
En este sentido compartimos plenamente las reflexiones de Avelina Lesper al situar a El arte como esa construcción que se aleja del progreso, siendo esa precisamente su virtud. El progreso se mide por alcances económicos, sociales y políticos, es un avance que proyecta poder, elimina al pasado e invade el futuro. El ritmo del progreso es frenético, devastador, erige su propio altar para adorarse. El arte utiliza el tiempo en un gesto, una palabra, un color, en contemplación o en nada. La presión que el arte sufre para ser “actual y con las preocupaciones de nuestro tiempo” ha desvirtuado su trayecto, lo conduce a los objetivos redituables del progreso. El arte es y debe ser antiproductivo, antiprogresista y antiactual.
El arte es y debe ser bofetada violenta, contradicción, reiteración y silencio.
El arte es antiprogresista, su principal virtud es el fracaso, el error, la dilación, la despreocupación con el futuro, la obsesión con el pasado. El pragmatismo del progreso no existe para el arte, las estadísticas, los índices de crecimiento, las metas no describen una actividad con una sola búsqueda que tal vez nunca alcance y que, esa será su virtud.
El optimismo progresista, que exige resultados se fractura ante la obra de arte, que se concluye en la insatisfacción y la zozobra de lo que no fue. Un arte antiproductivo y sin reivindicaciones, su única causa es la obra misma, y esa puede ser fallida y esa será su virtud. Digo esto porque las sociedades actuales están saturadas constantemente de arte apegado a la actualidad, esto no es arte, estas “inicativas artísticas” son voceras de una ideología. La actualidad y la realidad no transitan en la obra, el arte tiene presente, que es el tiempo de la contemplación y la creación.
Los países no miden sus índices productivos con el arte, un poema no es una carretera, es un capricho sin consecuencias, si nadie lo lee y se pierde, entonces, tal vez sea un buen poema. El arte no progresa, permanece estático, escuchando sus voces, silenciando las imposiciones. El arte es, y debe ser fracaso social, la antítesis del capital humano, un desperdicio que nos abre a la noción de belleza, y la belleza no es actual, no es progresista, no es productiva, es la infinita y grandiosa nada.
Sólo entendiendo este lugar considero que es posible emprender iniciativas que se promuevan como espacios sentidos, cuidados, frescos y libres... ¿cómo? ¡cómo!
En primer lugar situándose y estableciendo el lado de la orilla que quiero estar, no solo para ver el otro lado del río, sino también para estar con quienes compartimos el mismo lado... ese lado es de los vencidos... yo siempre voy a estar con los vencidos, promoviéndome continuamente alejarme de mi propio ego, y alinearme con lo simple, lo desprovisto de actualidad.
Después de años de trabajar con la institucionalidad, y siempre de acuerdo a su agenda, siempre enojada, triste e insatisfecha, descubrí un mágico día que todo por lo que había trabajado años... “matándome trabajando”, empezó a dejar de tener sentido; mi trabajo me ponía mal... Por suerte tuve la inteligencia para darme cuenta que si queremos continuar tejiendo la sagrada trama de la vida, se torna necesario juntar múltiples manos y corazones, y tejer otra urdimbre de la existencia, con hilos de colores diferentes, en los que se refleje la luz de la diversidad y la diferencia, que habita en el espíritu de la propia vida; es impostergable empezar a construir, un diálogo intercultural de espiritualidades que comprenda que para salvar la vida nos necesitamos los unos a los otros; pues la interrogante que ahora importa es ¿qué mundo estamos haciendo y que vamos a dejarles a nuestras hijas e hijos, y a las niñas y niños que aún no nacen? ¿De que lado estoy? ... de que lado estoy...
La hegemonía de la razón cartesiana construyó una visión fragmentada de lo humano al decirnos que somos solo seres racionales, y desde una razón sin alma, se nos alejó del espíritu de la vida. Todas las sabidurías insurgentes, en cambio, han tenido una visión holística de lo humano, pues siempre han sabido que somos, sobre todo, corazón y que desde el fuego que habita en su interior, podemos dar un sentido distinto no solo a la inteligencia, sino a la vida, por eso, como antes decía, la sabiduría del pueblo Secoya nos enseña: “somos estrellas con corazón y con conciencia”; de ahí la necesidad de empezar a corazonar como respuesta espiritual y política insurgente, puesto que el corazonar reintegra la dimensión de totalidad de nuestra humanidad al mostrar que somos la conjunción entre afectividad e inteligencia.
He citado estos enunciados porque no se desligan de los que hacemos; tienen que ver definitivamente en el como lo hacemo, y como estos fluyen en nuestro contexto, totalmente desprovistos de recetas. La única regla es buscar siempre las mejores herramientas, las más inteligentes, pero también las más intuitivas, las más sabias, o como dice las enseñanzas de Don Juan:
"Para mí sólo recorrer caminos que tienen corazón,
cualquier camino que tenga corazón.
Por ahí yo recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo.
Y por ahí recorro mirando, mirando, sin aliento."
Para esto es grupo de personas “necias” propone varias iniciativas en mi país, un país pequeño en el cual no faltan las dificultades. Considero que esto es totalmente viable, incluso en los contextos más deprimidos, (¡además es sostenible!)
Es totalmente viable y necesario emprender iniciativas artísticas por fuera de la relación tiránica con el estado... (sistema)
Un desafío por la libertad, un desafío que nos permite ser dueños, por lo menos de nuestra propia hambre, porque no basta con parecer... es necesario ser
¡Hasta la felicidad siempre!
San Pablo – Febrero 2019
Econtro Geo Poéticas do Sul